martes, 30 de agosto de 2011

LA MUTACION SOLAR DE LA HUMANIDAD...

Bertha Martínez
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De: Bertha Martínez <amur...@gmail.com>
Fecha: Mon, 29 Aug 2011 17:38:13 -0500
Local: Mart 30 ago 2011 00:38
Asunto: La MUTACIÓN SOLAR de la HUMANIDAD
La mutación solar de la
humanidad<
http://hermandadblanca.org/2011/08/28/la-mutacion-solar-de-la-humanidad/>

[image: Separador]

[image: solar] <http://www.flickr.com/photos/51911548@N00/4765093363/>

A escala de nuestro planeta, la magnitud de los fenómenos solares resulta
estremecedora. El promedio de energía que desencadena un solo destello de
nuestra estrella equivale a la liberada por 12.000 millones de bombas
atómicas como la lanzada sobre Hiroshima al final de la II Guerra Mundial.
Las explosiones de mayor intensidad son las llamaradas de clase X, las más
intensas y peligrosas. Los científicos están desconcertados con las extrañas
anomalías que observan en la superficie del sol. Incluso durante el ciclo de
mínima actividad se producen gigantescas llamaradas. En cambio, en ocasiones
se observan las características manchas asociadas al ciclo de máxima
actividad y, sin embargo, no se registran erupciones y el astro rey
permanece en calma. Lo que se está poniendo de manifiesto es que la dinámica
solar se está volviendo impredecible y los indicadores que permitían hacer
predicciones científicas ya no son fiables.

Fenómenos anómalos

En el año 2003, John Kohl, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (EE
UU), confesó su perplejidad ante un inquietante fenómeno. Según afirmó, era
«como si la Tierra estuviera en el punto de mira del cañón de una enorme
pistola con la que el sol nos apuntó… y disparó dos veces». Los proyectiles
fueron dos nubes de gas que llegaron a la Tierra ese mismo año.

Las manchas oscuras del sol, que se mueven de oeste a este, se deben a
grandes campos magnéticos que reducen considerablemente el proceso natural
de convección de gases. El material de la superficie, sometido a
elevadísimas temperaturas, genera zonas más frías que muestran ese color
oscuro.

Esta desbordante actividad aporta sin embargo curiosos efectos, cuya belleza
deleita a los seres humanos. En los polos terrestres se produce un llamativo
fenómeno visual: la aparición de auroras boreales, de color verde y rojo,
que se deben a las partículas solares lanzadas a gran velocidad que impactan
en la magnetosfera y la ionosfera terrestres. Pero la influencia de las
radiaciones también es detectable e importante a escala humana. El geofísico
Gerard Thullie afirmó en un encuentro de Astrofísica Solar que las mejores
cosechas de vino francés se correspondían con los ciclos de máxima actividad
solar.

Sin embargo, la influencia que tienen dichas radiaciones en la salud humana,
especialmente en los últimos años, resulta muy preocupante. Las distintas
investigaciones que se están realizando ponen de manifiesto que el organismo
vivo es sensible a las tormentas magnéticas provocadas por las explosiones
solares. Entre los efectos conocidos destacan ciertas alteraciones en la
corriente sanguínea, que inciden especialmente en los capilares y causan
inestabilidad en la presión arterial, aparte de producir un incremento en
las descargas de adrenalina. También es conocida la influencia negativa que
el sol y las elevadas temperaturas tienen sobre la mente y que, entre otras
consecuencias, pueden aumentar de forma notable la agresividad.

Confirmaciones científicas

Según el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), entre los efectos de una tormenta magnética sobre la salud la
estadística revela un incremento de los infartos de miocardio y de los
ataques de epilepsia. Estas incidencias médicas se producen tres días
después de la emisión de partículas. El fenómeno ha sido documentado por
Blanca Mendoza, especialista en investigaciones solares y planetarias. No es
el primer estudio realizado en coordinación con distintos centros médicos.
En muchas de estas investigaciones se ha comprobado que, cuando se produce
una actividad intensa en el astro rey, aumentan de forma significativa los
ataques cardíacos y trastornos nerviosos. Es por ello que recomiendan que,
durante estos períodos de gran actividad, quienes padecen dolencias de este
tipo se protejan en el interior de sus casas, exponiéndose lo menos posible
a las radiaciones.

Algunos científicos sospechan que estos trastornos de la salud se deben a
los campos magnéticos de la Tierra, que facilitarían la penetración de las
partículas solares en el cuerpo humano. Los datos confirman que durante la
intensa actividad solar registrada en el año 2003, el número de infartos de
corazón se duplicó. En relación al infarto agudo de miocardio los
investigadores cubanos del Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA)
llegaron a conclusiones similares.

Las manchas en la piel y las arrugas por envejecimiento no son los únicos
problemas que puede generar la reiterada exposición a la luz solar. Mucho
más graves son sus efectos carcinogénicos o neoplásicos, que derivan en la
aparición de tumores. El 10% de los casos de cáncer de piel son debidos a
las radiaciones ultravioleta (UV).

Las tres grandes lesiones dermatológicas que pueden ocasionar los rayos UV
son: carcinomas basocelulares, carcinomas espinocelulares y melanomas. La
primera causa la queratosis solar, que provoca la caída de la piel. La
segunda es más preocupante, porque suele degenerar en metástasis. Pero los
mayores problemas los ocasiona el melanoma, que puede desembocar más
fácilmente en la muerte del paciente.

Para evitar daños irreparables es recomendable protegerse del sol,
especialmente en verano y entre las 11 y 15 horas, cuando la radiación es
más intensa. Siempre es necesario utilizar los productos adecuados para
proteger la piel y tener en cuenta que resulta sumamente peligrosa la
exposición de los niños menores de seis meses, ya que a esta edad no pueden
utilizarse fotoprotectores, por sus efectos tóxicos. Los niños de seis meses
a cuatro años se encuentran en situación de peligro. Existe un riesgo muy
elevado de que las quemaduras a esta edad puedan generar tumores malignos en
el futuro.

En cualquier caso, las tormentas magnéticas no sólo perjudican la salud.
También tienen consecuencias devastadoras en nuestra tecnología, tanto la
que se encuentra en la Tierra como la que viaja por el espacio. Las
perturbaciones provocan graves problemas en los servicios de móviles, en las
señales de TV y en los sistemas GPS. Asimismo, interfieren las ondas de
radio, causan sobrecargas en las redes eléctricas y cambian la trayectoria
de las sondas espaciales. Los astrónomos de la NASA aseguran que en cada
nuevo ciclo se observa un incremento notable de la actividad solar, por lo
que están buscando continuamente la forma más adecuada de proteger los
satélites que envían al espacio, ya que éstos pueden ser destruidos o
desviados bruscamente de sus órbitas.

Con el fin de analizar estos efectos, el 31 de julio de 2001 fue lanzado el
satélite ruso-ucraniano Koronas-F. Desde entonces, este ingenio ha seguido
atentamente la evolución de la actividad solar para relacionarla con sus
efectos sobre la Tierra. De esta forma se está estudiando en profundidad el
espectro electromagnético del sol, su atmósfera, la formación de la
magnetosfera y la ionosfera, y la forma en que se origina el llamado viento
solar, que se propaga a una velocidad de 450 kilómetros por segundo.

Esta importante investigación ya ha generado aproximadamente un millón de
imágenes espectrales del sol y de su corona. Entre las herramientas de
trabajo que utiliza se encuentra un espectrómetro multicanal de rayos X que
genera unas 200 imágenes por día. En octubre y noviembre de 2003, cuando se
produjo una espectacular actividad solar, la eyección de plasma llegó a
alcanzar la sorprendente velocidad de 2000 kilómetros por segundo. Fue
entonces cuando se observó la existencia de burbujas de plasma que
alcanzaban temperaturas de más de veinte millones de grados. Con el nuevo
satélite Koronas-Photon, se va a analizar en detalle la emisión de rayos X y
Gamma.

Alteraciones inexplicables

Los resultados de las investigaciones de los científicos de la Academia
Nacional Rusa de Ciencia, en Novosibirsk (Siberia), son de lo más
inquietantes: la actividad en el último ciclo solar ha superado todo lo que
se había observado durante los últimos años. Este incremento ha sido puesto
de manifiesto igualmente por el doctor Mike Lockwood, del Rutherford
Appleton National Laboratories, en California (EE UU), según el cual, desde
1901, el campo magnético en el exterior del sol se habría incrementado en
más del 230 %.

Los científicos rusos afirman que la heliosfera (energía que envuelve al
sol) tenía hace algunos años un diámetro de 10 unidades astronómicas (UA).
Cada UA equivale a la distancia Tierra-Sol, estimada en 150 millones de
kilómetros. Sin embargo, actualmente sus dimensiones han aumentado hasta las
100 UA. Este enorme incremento, según los científicos, va a transformar por
completo a los planetas del sistema solar y la vida que pudiera haber en
ellos.

La espiral del ADN estaría experimentando una importante modificación. Pero
los efectos no sólo tienen lugar en la Tierra. La atmósfera de cinco
planetas y de la luna también está cambiando. Según el doctor Dmitriev, la
luna estaría generando una atmósfera compuesta por un elemento llamado
Natrium, que cuando el hombre pisó este satélite de la Tierra no existía. Al
mismo tiempo estaría cambiando la atmósfera de la Tierra y la de Marte, que
se está haciendo más densa. El proceso de transformación alcanzaría asimismo
a Júpiter, Urano y Neptuno. Al mismo tiempo se observa que Venus está
aumentando su brillo, al igual que Urano y Neptuno. A su vez, Júpiter ha
incrementado su carga energética, que ha generado un tubo de radiación de
iones entre este planeta y su luna Io. El campo magnético de Júpiter se ha
duplicado y el de Urano y Neptuno se está modificando, sin que se conozca la
causa de estos fenómenos.

Una transformación a gran escala afecta al sistema solar y, en nuestro
planeta, se traduce en una dramática estadística. La actividad volcánica ha
aumentado en un 500 % en un siglo, desde 1875 a 1975. Revisando el número de
desastres naturales de toda clase, desde 1963 hasta 1993 el número de éstos
se ha multiplicado por 5. El campo magnético de la Tierra ha ido
disminuyendo progresivamente en los últimos 500 años. Y lo más preocupante
es que en los últimos veinte años esta variación se ha convertido en
errática e imprevisible.

La evolución espiritual

Sin embargo, para muchas personas estas anomalías cósmicas sólo son una
parte de un proceso que incluye la transformación de la especie humana y que
conduciría a un salto evolutivo. Durante miles de años distintas culturas
del planeta han atribuido al sol un protagonismo especial. Es destacable la
forma en la que era venerado por algunas civilizaciones que alcanzaron
elevadas cotas de desarrollo cultural en el pasado, como la egipcia, donde
fue venerado como un dios (Ra y Atón); o la maya, que lo deificó con el
nombre de Kinich Ahau; o la inca que le rindió culto como Inti.

Todos estos pueblos vieron en el sol algo más que un objeto celeste. Para
ellos era la propia divinidad manifestada a los hombres. Por ese motivo era
objeto de adoración. Podría pensarse que esta identificación espiritual con
una bola incandescente de tamaño gigantesco era una superstición nacida de
la ignorancia científica. Sin embargo, muchas personas a lo largo de la
historia, e incluso en la actualidad, como místicos, sensitivos, chamanes,
profetas de la Nueva Era, visionarios y canalizadores, afirman que el sol
es, como la Tierra, un ser dotado de consciencia, con identidad propia, más
allá de su apariencia física. Según esta creencia, característica del
esoterismo universal, el sol no sólo sería el responsable de perpetuar la
vida en nuestro planeta, sino de programar su evolución emitiendo códigos de
luz que harían posible la transformación física y espiritual del ser humano.
Este mecanismo produciría mutaciones periódicas (cíclicas) y respondería a
un plan concebido meticulosamente por una inteligencia: el Dios Creador de
los grandes mitos y religiones. En este sentido, el sol sería una
encarnación física del poder divino. Si así fuese, los antiguos adoradores
del astro rey no serían tan ignorantes y supersticiosos como cree el
materialismo moderno. Sin duda veían en el disco solar un símbolo de la
grandeza del Creador, un poder que no sólo otorgaba la vida a la Tierra y a
las criaturas que la habitaban, sino que también la programaba en el tiempo.

Son interminables los relatos y testimonios de personas pertenecientes a las
más variadas corrientes espirituales, en los que se hace referencia a la
existencia en el sol de una jerarquía tan elevada de seres como los ángeles.
A título de ejemplo, en El secreto de los Andes, «Brother Philip»
(pseudónimo de George H. Williamson), asegura que «el Sol está compuesto de
doce cuerpos y que sus revoluciones ocasionan el extraño ciclo de las
manchas solares cada once años. Pero sus habitantes son diferentes a
aquellos que habitan los mundos. Estos seres son los llamados ángeles.
Miguel y sus legiones –los arcángeles– son todos moradores del sol».

Estos doce soles aparecen en textos sagrados de la India, como el Srimad
Bhagavat, en el cual se les describe como capas o esferas, una dentro de
otra, que establecen el contacto entre Dios y el ser humano, permitiendo a
éste fundirse como Uno en la Totalidad. En los Upanishads se afirma que el
paso a través del sol supone un camino hacia la salvación por la liberación
del espíritu. El Rig-Veda alude a un principio espiritual que reside en el
sol y que da vigor y energía a todos los seres. La energía vital (no inerte)
es Surya: Suryah pratyaksha devata («el Sol es Dios visible»). El Ramayana
mantiene el mismo concepto de que «Dios es Luz» y está brillando siempre
dentro de todos los seres. El niño Francisco Marto, uno de los pastorcitos
videntes de Fátima, decía que el sol era «la lámpara del Señor» y las
estrellas «las lámparas de los ángeles».

José Argüelles, autor de El factor maya, pone de manifiesto la existencia de
códigos de luz revelados a la humanidad por seres de las estrellas,
inteligencias que están más allá del espacio-tiempo. En este libro afirma
que, así como la Tierra es un ser inteligente íntimamente conectado con la
evolución del ser humano, el sol sería la inteligencia central de todo
sistema planetario, en el cual los distintos mundos asumirían el papel de
giróscopos armónicos, manteniendo la frecuencia resonante propia de la
órbita de cada uno de ellos.

En este modelo, el sol respira, actuando como un receptor de frecuencias
provenientes del centro de la galaxia a través de su inhalación, mientras
que por la exhalación estas corrientes de energía e información regresarían
al centro galáctico, a Hunab Ku, «dador de la medida y del movimiento», tal
como era llamado por los mayas, que lo identificaban con Dios, con la Fuerza
y con el Conocimiento Supremo.

Durante su reciente estancia en España, Argüelles explicó que esta actividad
solar sin precedentes irá aumentando hasta el 2012, fecha clave de la
transformación planetaria. Como parte de la visión del tiempo maya, este
último gran ciclo de 5200 tuns, que supondría unos 5125 años aproximadamente
(culminando precisamente en el 2012), está dividido en trece ciclos más
pequeños (baktunes), de 394 años cada uno, y tendría que ver con la creación
del «cuerpo de luz planetario». Esto llevaría a la humanidad terrestre a la
adquisición de una auténtica conciencia galáctica, en perfecta comunión con
el sol, el Kinich Ahau maya.

Por una parte la ciencia, y por otra la espiritualidad, recorren caminos
aparentemente distintos. Sin embargo, la búsqueda del conocimiento requiere
una reconciliación: un lugar de encuentro donde pueda descubrirse la verdad…

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Cuando una banda de visionarios se une para empujar los límites del universo
conocido, abren de par en par las puertas atascadas de la evolución para
todos....


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